“Los asesinatos en Madrid nos recuerdan que el mundo civilizado está en guerra”"
George W. Bush (Washington, 19-03-2004)
“Los
 servicios secretos anglosajones -británicos y estadounidenses- 
organizan la mayoría de los atentados terroristas atribuidos a Al Qaeda,
 con el fin de servir a los designios bélicos de sus países”
David Shayler, ex agente británico del MI5 (Bruselas, 19-11-2005)
Cuando
 algunas personas que participamos en diferentes movimientos sociales 
decidimos a principios del presente año formar el colectivo Dek Unu, nos
 marcamos como principal línea de trabajo la difusión de la que a 
nuestro juicio es la única versión que puede explicar los atentados del 
once de marzo de 2004 con coherencia. Cada día que pasa es más firme 
nuestro convencimiento de que tanto la masacre de Madrid como la de 
Londres fueron perpetradas por servicios clandestinos vinculados a los 
impulsores del “nuevo orden mundial”, y su objetivo principal fue 
impulsar la estrategia internacional de la “guerra contra el terror”. En
 consecuencia, reivindicamos hoy más que nunca la inocencia de todos los
 procesados en el caso (personas que fueron detenidas y encarceladas 
porque las autoridades necesitaban urgentemente chivos expiatorios) y 
también la de aquellas personas a las que se hizo desaparecer para 
construir precipitadamente una delirante versión oficial.
Así,
 y con el fin de transmitir los fundamentos básicos en los que nos 
apoyábamos para realizar estas afirmaciones, en marzo de este año 
hicimos público el artículo “11-M: todos están mintiendo”. Sabemos que 
personas de diferentes sensibilidades están trabajando en una dirección 
semejante, y nos congratula sentir que poco a poco somos cada vez más 
los que estamos dispuestos a denunciar racionalmente la impunidad de los
 asesinos y la formidable farsa construida para encubrirlos. Pero 
tampoco olvidamos que en este momento son mucho más poderosos los 
sectores que siguen intentando lanzar cortinas de humo de todos los 
colores: los ámbitos más próximos al PSOE y la extrema derecha política y
 mediática siguen enfrascados en una reyerta, a cuenta del 11-M, cuya 
principal víctima es la verdad.
A
 los pocos días de la masacre, el periódico berlinés Junge Welt, 
descartando a ETA y a integristas islámicos, apuntó a la “estrategia de 
la tensión” conocida ya en Italia en los años 60 y 70 como principal 
referencia para desvelar la autoría del 11-M. Y lo cierto es que pronto 
se pudo detectar la falsedad de las únicas explicaciones que lograron 
eco mediático en el Estado español: la solidez de la versión policial y 
judicial se asemejaba a la de un castillo de naipes sobre el que nadie 
parecía atreverse a soplar, mientras que las teorías “conspiracionistas”
 de diferentes sectores ultraconservadores sólo pretendían utilizar 
algunas clamorosas contradicciones de la primera para zarandear al 
gobierno del PSOE. Los hechos y el tiempo transcurrido están dejando 
claro que ni unos ni otros querían ni quieren conocer la verdad, entre 
otras cosas porque en ambos partidos hay personas que gracias a su 
autoridad y a sus responsabilidades pasadas o presentes conocen bien lo 
que pasó y por tanto harán siempre todo lo posible para que nada salga a
 la luz. Precisamente por eso, la pelea por la verdad necesita también 
aquí un esfuerzo sostenido: todos los grupos y personas que crean que es
 posible arrojar más luz sobre estas y otras muchas masacres deben ser 
conscientes de que su labor es a largo plazo y que no es suficiente una 
denuncia puntual. Por nuestra parte, y aun sabiendo que no es cómodo ir a
 contracorriente, hemos decidido seguir trabajando con nuestros escasos 
medios hasta que la mayor parte de la opinión pública vea con claridad 
que la policía, el sistema judicial, los dos partidos políticos 
mayoritarios y sus diferentes medios de propaganda han estado 
engañándoles de la manera más vil que puedan imaginar. Lo debemos hacer 
principalmente por dignidad, por respeto a todas las personas y pueblos 
víctimas de esta barbarie, y también porque se trata de una cuestión 
cuyo esclarecimiento, además de ser necesario y posible, puede dar un 
nuevo cariz a la lucha antiimperialista en todo el mundo.
En este artículo vamos a hablar de la infraestructura especial que la OTAN y la CIA habían
 puesto en marcha en el Estado español antes de la ejecución del 11-M 
(para otro tipo de cuestiones más generales, remitimos al lector a 
nuestro anterior artículo). Citamos datos que se conocen y han sido 
objeto de discusión en ámbitos reducidos pero, aprovechando el próximo 
aniversario de la masacre de Londres, hemos creído necesario seguir 
difundiéndolos y en todo caso recordarlos para evitar que el paso del 
tiempo y el torbellino que rodea al 11-M sumerjan en tinieblas las 
claves de los atentados.
El “simulacro” de Londres
Los
 miles de atentados efectuados y reivindicados en Europa en las últimas 
décadas por decenas de organizaciones de los más variados orígenes e 
ideologías tienen pocos rasgos en común, pero de todos ellos puede 
decirse una cosa: no hay constancia de que ninguno fuera realizado en el
 marco de un ejercicio antiterrorista. Este dato no es aplicable a dos 
acciones de características muy peculiares que fueron ejecutadas al 
mismo tiempo que se desarrollaban sendos operativos antiterroristas de 
gestión de crisis en el lugar o ciudad de los hechos. Estas acciones 
-dos matanzas de civiles- no han sido reivindicadas por sus autores, 
pese a todo lo que se ha dicho. Se trata de los atentados de Madrid el 
11 de marzo de 2004 y de Londres el 7 de julio de 2005. Lo ocurrido nos 
alerta sobre la posibilidad de que en ambos casos los ejercicios 
pudieron haber servido de cobertura para el asesinato de decenas de 
personas.
Como
 ya es conocido por cualquiera que haya seguido las circunstancias de la
 matanza de Londres, aquella mañana de julio una empresa de consultoría 
en gestión de crisis estaba realizando en la capital británica un 
ejercicio antiterrorista. La empresa se llama Visor Consultants y según 
su director, Peter Power, se trataba de un trabajo solicitado por otra 
entidad –que no identificó- relacionada con el transporte londinense. El
 ejercicio se basaba en el supuesto de que varias bombas explotaban 
simultáneamente en varias estaciones del metro de Londres. El ensayo se 
desarrolló exactamente en las mismas estaciones y a la misma hora en que
 explotaron las bombas que provocaron la matanza. Así lo reconoció Power
 públicamente, pero la conclusión que quiso transmitir fue que todo se 
trató de una simple casualidad.
El
 director de Visor Consultants no es un simple empresario. Se trata de 
un oficial de policía antiterrorista retirado que sigue vinculado a 
Scotland Yard. Las personas que dirigen el transporte de Londres también
 poseen rasgos peculiares: el principal responsable, el estadounidense 
Bob Kiley, pertenece al influyente Consejo de Relaciones Exteriores y en
 su día trabajó para la Agencia Central de Inteligencia de Estados 
Unidos.
Es
 difícil creer que pueda existir un solo ser humano que asuma sin 
pestañear la existencia de tal “casualidad”, pero el hecho es que aún 
son mayoría las personas que han decidido mirar hacia otro lado para no 
enfrentarse a un escenario que les resultaría insoportable: la realidad 
de que la matanza del metro habría sido una operación militar 
clandestina ejecutada para adjudicársela al “terrorismo internacional”. 
Para más información recomendamos la consulta de la página web de un 
colectivo ciudadano que impulsa en el Reino Unido una investigación 
popular de lo acaecido aquel día: www.julyseventh.co.uk
Ejercicios de Gestión de Crisis de la OTAN
Pero
 no es un hecho tan conocido que en la matanza de Madrid en marzo de 
2004 ocurrió algo similar. Efectivamente, la “casualidad” quiso que las 
explosiones se produjeran muy poco después de que oficialmente 
finalizara en Madrid otro ejercicio de gestión de crisis de carácter 
antiterrorista. De hecho, todo indica que el 11-M fue el colofón de 
aquel ensayo.
El nombre oficial del ejercicio fue CMX 04. CMX son las siglas de Crisis Management Exercise y
 son ejercicios organizados todos los años por la OTAN en los que 
participan plenamente sus países miembros. Su existencia es pública y 
conocida desde hace mucho tiempo y en ellos interviene personal de la 
OTAN en las capitales de cada país, en los cuarteles de la Organización y
 en los comandos de la OTAN para Europa y el Atlántico. Además, en el 
CMX 04 también participó la Unidad de Planificación de Operaciones de la
 OSCE, organización “asociada” a la OTAN. Las crisis ficticias en las 
que se basan los ejercicios son de diverso índole: en 1998 el escenario 
principal fue que la OTAN debía realizar preparativos para poner en 
marcha una operación de paz bajo el mandato de la onU. En 2002 el 
escenario fue un supuesto enfrentamiento militar entre una nación 
ficticia de Oriente Medio y Turquía, conflicto que provocaba diversos 
atentados terroristas en algunos países europeos. Este ejercicio de 
2002, en el que la dimensión terrorista tenía una importancia central, 
es en cierto sentido el más próximo al CMX 04, ya que en 2003 el 
ejercicio fue conjunto entre la OTAN y la UE -CMX/CME 03- y su escenario
 no estaba relacionado con el terrorismo internacional.
La OTAN tiene un extenso y complejo organigrama. Uno de sus principales organismos es la División de Asuntos Políticos. Esta
 División está integrada por una Dirección Política y una Dirección 
Económica. A su vez, la Dirección Política tiene siete secciones y una 
de ellas es la Sección de Seguridad Cooperativa y Gestión Política de las Crisis. Esta
 es la sección responsable de los aspectos políticos de la planificación
 de los Ejercicios de Gestión de Crisis (CMX). Paralelamente, en el 
ámbito más propiamente militar la Organización tiene una División de Planes de Defensa y Operaciones: la Sección de Operaciones de
 esta División tiene entre otras funciones la preparación de este 
ejercicio anual. Es decir, los CMX están planificados y dirigidos tanto 
en el aspecto político como en el militar por los principales organismos
 operativos de la OTAN, con la participación de sus Comandantes 
Estratégicos y bajo la supervisión de su Secretario General.
El CMX en el Estado español
Harían
 falta muchas páginas para analizar las funciones desarrolladas por la 
OTAN desde la firma del Tratado del Atlántico Norte en Washington en 
1949; este es un análisis que no podemos realizar aquí. Sí recordaremos 
que el Estado español se unió a esta Alianza en 1982, pero se mantuvo 
fuera de la estructura militar integrada de la Organización conforme a 
los resultados del referéndum de 1986. Sin embargo, en 1987 el gobierno 
del PSOE reanuda las negociaciones con la OTAN sobre el futuro papel del
 ejército español en ella. Cinco años más tarde se firma en Nápoles un 
acuerdo de coordinación entre la OTAN y España sobre defensa aérea, y en
 la Cumbre de Madrid de 1997 el gobierno del PP anuncia su disposición a
 participar plenamente en la nueva estructura de mando de la 
Organización, tras haber aprobado el nuevo Parlamento la participación 
de España en la estructura militar. Por tanto, gracias al PSOE y al PP, 
el Estado español se encuentra desde entonces plenamente integrado en 
todas las estructuras de la OTAN.
En
 1998 el Grupo Socialista del Congreso preguntó al Gobierno del PP 
acerca de los ejercicios de gestión de crisis realizados por Defensa 
durante 1997. El gobierno respondió que en febrero de ese año España 
había participado en el CMX 97, que había sido dirigido a nivel nacional
 por el Estado Mayor de la Defensa. Además, participaron otros 
organismos de la Administración: Presidencia del Gobierno, Ministerio de
 la Presidencia y Ministerio del Interior, entre otros. Estas son las 
principales entidades que han participado a nivel estatal en los CMX 
hasta hoy, pero ni entonces ni ahora se ha dado la identidad de los 
organismos, unidades o agentes foráneos que han participado sobre el 
terreno en los diferentes CMX.
El
 1 de marzo de 2004, y tan sólo unos días después de la visita del 
secretario general de la OTAN al Estado español, esta organización 
publicó su nota de prensa 022. En ella anunciaba que la OTAN iba a 
realizar su ejercicio anual de gestión de crisis CMX del 4 al 10 de 
marzo de 2004. Según rezaba la nota, el escenario iba a ser hipotético y
 en él iba a participar “personal civil y militar en las capitales 
nacionales, en el cuartel general de la OTAN y en ambos Comandos 
Estratégicos”. Tal como se dijo después, el ejercicio, desarrollado en 
las capitales de los Estados miembros de la OTAN, estuvo centrado en 
“amenazas cruciales para el futuro de la OTAN”. En el centro del 
escenario diversos ataques terroristas sacudían a varios países de la 
Organización.
Los
 ejercicios CMX están clasificados y por tanto la información oficial 
que se da sobre ellos es muy escueta, pero según la versión que la OTAN 
dio tras la finalización del CMX 04, el primer ataque en ese escenario 
era contra una planta química cercana a la ciudad holandesa de 
Maastricht. En el guión del ejercicio la prensa apuntaba a la rama saudí
 de “Al Qaeda” (también el auto judicial del 11-M habla repetidamente de
 “Al Qaeda” a pesar de que responsables policiales desmintieron en la 
Comisión de Investigación del Congreso la autoría de esa supuesta 
organización), y posteriormente se producían más ataques terroristas en 
otros países que causaban la muerte de cientos de civiles. La OTAN no 
señala cuántos y cuáles eran los países en los que ocurrían las masacres
 en ese escenario hipotético, pero sí dice que entre ellos estaban 
Grecia y Canadá. La nota de la OTAN de abril de 2004 señala que “el 
ejercicio fue configurado para probar los procedimientos de gestión de 
crisis, incluyendo la cooperación civil y militar, de cara a mejorar la 
capacidad de la Alianza para gestionar tales crisis”. Y añade: “Las 
atrocidades terroristas de Madrid, que ocurrieron el día después de 
acabar el CMX 04, fueron un mortífero recuerdo de cómo podría ocurrir un
 escenario similar en el presente clima de seguridad”.
Como
 hemos dicho, en la parte del CMX 04 que se efectuó en Madrid, y tal 
como es habitual en este tipo de ejercicios, participaron de alguna 
forma diferentes órganos de la Administración española. Pero no 
olvidemos que el ejercicio es de la OTAN, y dada la precipitación con la
 que actuó el gobierno español en las horas posteriores a los atentados,
 puede darse por hecho que la administración española no ejercía control
 sobre todos los integrantes del operativo de la capital.
Por
 otra parte, debemos recordar que a finales de febrero y durante los 
primeros días de marzo de 2004 había un impresionante despliegue 
antiterrorista en Madrid y en todo el territorio estatal. Miles de 
agentes habían sido movilizados por el Ministerio del Interior 
supuestamente para evitar la comisión de un atentado en plena campaña 
electoral, y este despliegue no fue pasado por alto por muchos 
observadores. Se hablaba del peligro de ETA (que llevaba casi 10 meses 
sin realizar ningún atentado mortal), pero en la Comisión de 
Investigación del Congreso se hizo público que desde hacía unos meses 
algunos servicios secretos extranjeros habían hecho advertencias 
generales a sus homólogos españoles acerca de la posibilidad de que se 
produjera un grave atentado “islamista”. Alguien estaba preparando el 
terreno para lo que iba a llegar, y el gobierno español, que no las 
tenía todas consigo, anunció –y así salió publicado en prensa unos días 
antes del 11-M- que las estaciones de ferrocarril y los trenes iban a 
ser objeto de una especial vigilancia.
Es
 decir, al mismo tiempo que se producía esta espectacular movilización 
de recursos antiterroristas, del 4 al 10 de marzo se llevó a cabo en 
Madrid y en otras “capitales nacionales” de la OTAN el Ejercicio de 
Gestión de Crisis 04. Consideramos que ya no es una conjetura sin 
fundamento decir que el atentado llevaba meses preparándose, que durante
 los días previos (precisamente coincidiendo con la realización del 
ejercicio) se ataron los últimos cabos sobre el terreno, y que en algún 
momento entre el 10 y el 11 de marzo, personas no identificadas evitaron
 los dispositivos antiterroristas reales y accedieron sin contratiempos a
 los trenes de cercanías para colocar en ellos varias cargas de alto 
poder explosivo. A las pocas horas, la activación de esas cargas provocó
 la masacre que todos conocemos. Los Ministerios de Defensa e Interior 
españoles, implicados en la gestión local del CMX, si bien permanecían 
confusos, tuvieron pronto cierta información sobre qué o quién pudo 
estar merodeando por aquella zona. Y así fue como más tarde, sabiendo 
que los criminales jamás reconocerían su autoría y que tampoco se les 
podía acusar, tuvieron que comenzar las labores de creación de una 
versión oficial “aceptable”. De todas formas, si alguien quiere seguir 
creyendo que los autores de una de las mayores y más complejas 
atrocidades ocurridas en la historia de Europa eran vendedores de 
móviles, antiguos traficantes de drogas y mineros asturianos que ni 
siquiera intentaron huir, no le negaremos su derecho a seguir 
engañándose. Por nuestra parte preferimos seguir el camino que señalan 
los hechos y el sentido común.
Eric
 R. Terzuolo, en su informe “Alianza Regional, amenaza global: la OTAN y
 las amas de destrucción masiva, 1994-2004″, comentó que resultaba 
“irónico” que los ataques hubieran tenido lugar sólo un día después de 
la finalización del ejercicio, teniendo en cuenta que la planificación 
de éste había empezado hacía más de un año. Terzuolo sabe, sin embargo, 
que la ironía sólo está en sus palabras.
Finaliza el ejercicio: misión cumplida
Las
 primeras informaciones procedentes de los equipos TEDAX españoles 
decían que las bombas habían sido depositadas en la parte inferior de 
los trenes y en los raíles. Algo más tarde, las mismas fuentes señalaron
 que todas los artefactos estaban en los trenes, y pocas horas después 
comenzaron a afirmar que habían sido depositados por terroristas que 
habían subido y bajado de los trenes. A pesar de que no podían tener 
ningún indicio que apoyara esta versión (ninguna cámara de vigilancia 
filmó a los asesinos en ningún momento, nadie aludió en aquel momento a 
la existencia de “testigos” y no se habían encontrado vehículos usados 
para la huida), los TEDAX se vieron obligados a cambiar de opinión 
porque la policía ya intuía qué había pasado, y si mantenían que las 
bombas ya estaban en los trenes cuando éstos se pusieron en marcha, el 
paso siguiente era preguntar quiénes y cómo habían sorteado la 
vigilancia del único lugar en el que la colocación de las bombas había 
sido posible: las cocheras. Incluso el sonrojante auto judicial de los 
atentados, cuando habla de las estaciones en las que según la versión 
oficial habrían subido los terroristas, reconoce lo siguiente: “en todos
 los casos (salvo Vicálvaro), el acceso al andén quedaba lejos del 
primer vagón, en el que al menos en dos ocasiones se colocaron 
artefactos (Atocha y C/ Téllez)”.
Además,
 nadie ha desmentido la veracidad de las declaraciones atribuidas al 
jefe del grupo de desactivación de explosivos de la Jefatura Superior de
 Policía de Madrid, José María Cáceres: “el tipo de explosivo utilizado 
en el atentado fue militar y potente como el C-3 o el C-4″. Y es que las
 explosiones hicieron unos agujeros limpios y provocaron humo pero no 
fuego; no hay que olvidar el carácter ignífugo del material de los 
vagones, pero las deflagraciones parecen ser típicas del explosivo 
militar.
Resumiendo:
 la masacre ocurrió en la que en aquellos días era posiblemente la 
capital de Estado más vigilada del planeta y, pese a todo, los asesinos 
actuaron con total impunidad entre otras cosas porque la realización del
 ejercicio de “simulación” y el despliegue de diferentes efectivos 
probablemente les facilitaba la cobertura y los pretextos necesarios 
para moverse cómodamente y con la seguridad de que no iban a ser 
interceptados.
¿Qué papel tuvo la Agencia Central de Inteligencia?
Si
 bien todo indica que los asesinos utilizaron la cobertura del ejercicio
 CMX 04, queda por confirmar si pertenecían a una unidad de la OTAN 
(¿sigue operativa la red “stay behind”?), a los “grupos de tarea” 
clandestinos del Departamento de Apoyo Estratégico estadounidense, a la 
Agencia Central de Inteligencia o a un servicio especial de un país 
aliado. Teóricamente, las tareas de espionaje y otro tipo de acciones 
encubiertas en el extranjero corresponden exclusivamente a la CIA, pero 
en Italia ya se conoce la vinculación directa de la OTAN con algunas de 
las masacres de los años 70 y 80 y también sabemos que comandos 
militares adscritos al Departamento de Apoyo Estratégico han actuado en 
países como Argelia, Iraq o Afganistán. En cualquier caso, se sabe que 
la transmisión de información entre estos y otros organismos es 
frecuente, y más en el caso de operativos estratégicos de primer orden. 
Como es natural, las organizaciones citadas conocen de antemano la 
realización del CMX.
Lo
 que sí sabemos con certeza es que la masacre de Madrid se produjo en un
 momento en que la CIA mantenía una intensísima actividad en toda Europa
 y especialmente en el Estado español. No en vano, el Convenio de 
Defensa bilateral suscrito entre el Estado español y los Estados Unidos 
-modificado en 2002 por el gobierno del PP- permitía que los servicios 
de espionaje y las unidades militares norteamericanas pudiesen operar 
con total impunidad en territorio español, sin delimitar su actividad en
 términos legales. Así, la actividad de los vuelos de la Agencia se 
encontraba en su punto más alto antes del 11-M. Según el registro de la 
organización europea de control aéreo Eurocontrol, hubo al menos 69 
escalas de aviones de la CIA en territorio del Estado español entre 2001
 y 2005. Cerca del 40% de las escalas se produjo en un solo año: 2004. 
Según la lista elaborada por el ponente de la comisión temporal de la 
Eurocámara que investiga las actividades de la CIA, fueron al menos 125 
los vuelos gestionados directa o indirectamente por la CIA que hicieron 
escala en 10 aeropuertos españoles (entre ellos el de Madrid) durante 
esos años.
La
 principal base de operaciones era Palma de Mallorca. “Era el lugar 
donde los equipos [de la CIA], muy bien entrenados, y siempre de manera 
sistemática, iban a preparar sus misiones y descansaban después de 
realizarlas”, ha dicho Dick Marty, investigador del Consejo de Europa. 
Informes de la Guardia Civil admiten que la mayoría de los miembros de 
las tripulaciones gozaba de pasaporte diplomático. El dato más 
inquietante es que del aeropuerto de esta ciudad salió un avión de la 
Agencia tan sólo unas horas después de la masacre de Madrid. Ese avión 
había llegado el 9 de marzo desde Libia, y partió tres días más tarde 
hacia Iraq (su destino aparente iba a ser Suecia y se suponía que su 
fecha de partida iba a ser posterior). ¿Por qué la CIA hizo salir 
inmediatamente a sus agentes e instrumentos de espionaje en lugar de 
dedicarlos a analizar la confusa masacre que acababa de suceder en la 
capital del país donde se encontraban? ¿Y quién puede asegurar que la 
única misión de estos vuelos era el secuestro y transporte de personas? 
Que nadie espere que la respuesta llegue de la mano de las autoridades 
españolas, que cuando no reaccionan con evasivas dicen con descaro que 
desconocían la existencia de los vuelos.
Pero
 además de los vuelos y de las estancias, la Agencia, a través de su 
oficina permanente en Madrid, había conseguido desarrollar y coordinar 
una extensa red de “Centros de Inteligencia Contraterroristas” (CTIC), 
más conocidos como “pisos escucha”. Estos centros se encuentran tanto en
 los archipiélagos canario y balear como en la península, y su principal
 misión es la captación de cualquier comunicación que puedan considerar 
de interés. El gobierno español actual no ha negado su existencia, pero 
se ha negado a proporcionar más información y respondió con evasivas a 
las preguntas que al respecto le realizó un diputado de IU. Si a la 
oportunidad proporcionada por el CMX y a todos estos recursos les 
añadimos el tradicional uso de satélites y diversos sistemas de 
telecomunicaciones, y si ante todo tenemos presente que tanto la OTAN 
como la CIA tenían vía libre para actuar como y donde quisieran, no es 
necesario concluir que la compleja operación del 11 de marzo de 2004 
debía realizarse sin contratiempos, como así fue.
Continúa la sumisión
En
 2007 el Estado español cumplirá 25 años como miembro de la OTAN, y en 
febrero de ese año Sevilla acogerá una cumbre informal de la 
Organización. Los sectores populares responderán y se harán oir, pero en
 las instituciones seguirá imperando la ley del silencio; en los ámbitos
 oficiales y parlamentarios la participación en los organismos 
imperiales nunca será cuestionada y, por ejemplo, a fecha de hoy nadie 
ha solicitado información o la desclasificación de documentos acerca del
 ejercicio CMX 04 al Gobierno, a los antiguos ministros del PP, o al 
Representante Permanente ante el Consejo Atlántico. Ni siquiera se ha 
preguntado si durante ese ejercicio se efectuó en Madrid una de las 
simulaciones de atentado que se hicieron en Europa.
Es
 frecuente escuchar la siguiente objeción a lo que estamos planteando: 
¿por qué el Imperio iba a realizar un atentado que al fin y al cabo le 
hizo “perder” a uno de sus aliados? Este es el principal aspecto que 
despista a algunas personas. Y una y otra vez responderemos de la misma 
forma: por un lado, el objetivo principal de la masacre no era ni podía 
ser la caída del PP. Antes al contrario, y utilizando un símil 
futbolístico, el PP dispuso de una clara ocasión de gol y lo que hizo 
fue dudar, recular, y acabó por introducir el balón en su propia puerta.
 El objetivo principal, como hemos dicho, era dar alas a una estrategia 
“contra el terror” que ya llevaba demasiado tiempo apoyándose sólo en el
 11-S. Y este objetivo se ha cumplido. Pero es que, por otro lado, 
produce vergüenza ajena escuchar que EEUU ha perdió un “aliado” tras la 
llegada del PSOE al gobierno español. Para todas y todos debería estar 
muy claro que la relación de vasallaje continúa: las escalas de aviones 
de la CIA son sólo un ejemplo, pero hay muchos más, porque la retirada 
de las tropas españolas fue sólo un gesto de cara a la galería que 
oculta que España ha seguido apoyando a EEUU en Iraq (y en Afganistán, 
en Haití, etc.) también a nivel militar. El Cuartel General de la Armada
 española ha tenido que reconocer que el buque más moderno de su flota 
realizó en 2005 funciones de “apoyo aéreo y marítimo” a las tropas 
invasoras de Iraq. El gobierno actual también sigue cediendo las bases 
militares para que los aviones estadounidenses reposten antes de 
bombardear en Iraq o Afganistán. Para qué seguir… EEUU sabía y sabe que 
el sistema bipartidista imperante en el Estado español no va a 
perjudicar la gestión de sus intereses en ningún momento.
No
 hay que engañarse: los partidos, medios y organizaciones vinculadas de 
alguna manera a la estabilidad del sistema no van a mover un solo dedo 
para impulsar y comunicar a la población los resultados de una verdadera
 investigación. La obediencia y sometimiento a los “aliados” es una 
cuestión vital para el Estado y sus instituciones, pero no somos pocas 
las personas que, lejos de tener miedo, seguiremos diciendo que el 
“nuevo orden”, ese “nuevo traje del emperador”, no puede ocultar su 
patética y criminal desnudez.
3 de julio de 2006
 
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